De camino hacía su monasterio, dos monjes budistas
se encontraron con una bellísima mujer a la orilla
de un río. Al igual que ellos, quería ella cruzar el
río, pero éste bajaba demasiado crecido. De modo
que uno de los monjes se la echó a la espalda y la
El otro monje estaba absolutamente escandalizado
negligencia en la observancia de la Santa Regla:
¿ Había olvida que era un monje? ¿ Cómo se había
atrevido a tocar a una mujer y transportarla al
otro lado del río? ¿ Qué diría la gente? ¿ No había
desacreditado la Santa Religión? Etcétera.
El acusado escuchó pacientemente el interminable
sermón. Y al final estalló: <<Hermano, yo he ayudado
a aquella mujer en el río. ¿´Eres tú quien la lleva ahora?>>.
Dice el místico árabe Hassan Bushanya: <<El acto de
pecar es mucho menos nocivo que el deseo y la idea
de hacerlo. <<Una cosa es condescender con el cuerpo en
un placentero acto momentáneamente y otra cosa
muy distinta que la mente y el corazón lo que estén
rumiando constantemente>>.
Cuando las personas no dejan de darle vueltas
a los pecados de los demás, una sospecha que esa
insistencia les proporciona placer del que el pecado
proporciona al pecador.