— En lugar de aletas, te aparecerán un
par de piernas, pero los pies te dolerán
al caminar. A cambio quiero tu voz. Y
si algún día el príncipe se casa con otra
mujer, tú estarás en peligro de muerte.
La sirenita aceptó la propuesta. Bebió la
pócima y se desmayó.
Cuando abrió los ojos, tenía dos hermo-
sas piernas, y ante ella se encontraba el
joven príncipe.
–¿Quién eres?—- le preguntó—.¿Qué te
ha traído hasta aquí ?
Como ya no tenía voz, La Sirenita no pudo
contestar, y el príncipe pensó que era muda.
Pero pronto se hizo muy amigo de la joven
y le pidió que se quedara para siempre
con él.
La Sirenita no podía ser más feliz, y se lo
contaba a sus hermanas cuando se acercaba
a la playa por las noches, para aliviar sus
doloridos pies en el agua del mar.
Pero un día, el rey anunció la boda de su
hijo con una princesa de un país vecino.
La Sirenita recordó las palabras de la bru-
ja : sabía que iba a morir.
–Aún hay una solución—le dijeron sus
hermanas — Le hemos dado a la bruja
nuestros cabellos a cambio de este puñal
que romperá el hechizo. Si el príncipe
muere, todo volverá a ser como antes.
Pero la Sirenita era incapaz de herir al
príncipe. ¡ Lo amaba ! Al día siguiente al
amanecer, arrojó el puñal al mar.
SE metió en el agua y quedó convertida
en un espuma blanca y brillante.
De vez en cuando a Ion le gusta leer
de vez en cuanto un cuento y soñar.
Editorial EVEREST