“””” Comentarios de mi vida diaria “””

Quiero felicitarme por tener buenos
habitos. Tales como la DIGNIDAD, la
Perseverancia y la HONESTIDAD con
mi persona.
Sigo buscando un techo para mi y
de esta forma. Haber cumplido muchos
valores en mi vida. Que los dejo abiertos
ya que si les pongo meta. Sera muy malo
yo prefiero seguir cada día valorandome.
Sobre mi adición sobre El Alcoholismo
sigo luchando cada día. Aqui no hay
meta es seguir día a día conservandome
limpio.
Despúes de hacer estos comentarios
me siento mejor. Dirigiendome a mi
para convercerme de que puedo y
tengo derecho a vivir en Sociedad
manteniendo MI DFIGNIDAD.

Un saludo de corazón.

**** CUIDEMOS EL AGUA **** 2.015 y siguientes.

Leyendo encontre unas frase,

Ellos me preguntaron:
Porqué se acabo el agua?.
Entonces, siento un nudo en la garganta.
Recuerdo que había muchos
anuncios que decian
“”” CUIDA EL AGUA “””,
solo que nadie hacía caso
pensaban que el agua jamás
se podia terminar.

Ahora todos lo ríos,
presas, lagunas y mantos.
Aquiferos están
reversiblemente contaminados
o agotados.

El guerrero de la Lu z por Paulo Coelho‏

El guerrero de la Luz por Paulo Coelho‏

clear.gifclear.gifclear.gifclear.gif

El guerrero de la Luz por Paulo Coelho

Juan Antonio Ruiz Molinuevo

11:34

Para:


El querrero de la luz lucha con quien ama.

El hombre que preserva sus amigos jamás
es dominado por las tempestades de la e-
xistencia; tiene fuerzas para vencer las di-
dicultades y seguir adelante.

Sin embargo, muchas veces se siente desa-
fiado por aquellos a quienes procura ense-
ñar el arte de la espada. Sus discípulos lo
provocan para un ataque.

El guerrero muestra su capacidad con algu-
nos golpes, lanza las armas de sus alumnos
por tierra y la armonia vuelve al lugar de reu-
nión.

Los que dan …………………….GRACIAS……………………………,.

clear.gifclear.gifclear.gifclear.gif

RV: EL OLOR DEL COCIDO.

merche Fernandez

Datos adjuntos
22/01/2015
clear.gif

Para: Merche


Outlook.com Vista activaclear.gif
1 dato adjunto (25,7 kB)

Haga clic en Opciones
EL OLOR DEL COCIDO.doc

clear.gif

Descargar como zip
Guardar en OneDrive

EL OLOR DEL COCIDO

Pagó la última ronda de unas cervezas que le habían sentado divinamente después de una intensa semana de trabajo, se lo habían pasado bomba despotricando del viaje del Papa, de la hipocresía de la Iglesia, de todo lo que les pedía el anticlericalismo que los unía como la amistad que se profesaban y que les servía para estar colocados en la misma empresa pública de la Junta.

Se fue a casa para comer algo antes de echarse una buena siesta, pero de camino se encontró con un olor que lo llevó directamente hasta el paraíso efímero de su infancia. Un olor a cocido, a caldo humeante, el aroma que lo recibía cuando llegaba a su casa después del colegio, con su madre atareada en la humilde cocina donde la olla hervía sin cesar.

Entró en un local que le pareció un restaurante modesto, pero con encanto; iba distraído pensando en el Informe Técnico sobre Prevención de Riesgos Psicosociales de las Personas Expuestas a Situaciones de Disrupción Económica Familiar que le habían encargado en la empresa pública donde trabaja. En realidad, no era un restaurante; sino un autoservicio frecuentado por gente de toda condición. Había personas ataviadas a la antigua usanza, junto a individuos solitarios que vestían según las normas alternativas del arte povera.

De pronto abrió los ojos y se quedó pasmado al comprobar que, quien le servía la comida en la bandeja, era una monja. Aquello era un comedor social y se vio rodeado de eso que nunca se nombra en los informes ni en los dosieres que prepara: pobres.

Quiso retirarse; pero la monja no lo dejó. Le sonrió y le dijo que no se preocupara, que la primera vez es la más complicada, que no debía avergonzarse de nada, que el cocido estaba buenísimo y que, de segundo, había filete empanado; que no se perdiera las vitaminas de la ensalada ni de la fruta, y que podía rematar la comida con un helado de los que había regalado una fábrica cuyo nombre obvió. Se vio sentado a una mesa donde un matrimonio mayor, y bien vestido, comía en silencio, sin levantar los ojos de la bandeja. Enfrente, un tipo con barba descuidada sonreía mientras devoraba el filete empanado y le contaba su vida; había perdido el trabajo, el banco se había quedado con su casa, después del divorcio no sabía a dónde ir; menos mal que las monjas le daban comida y ropa, y que dormía en el albergue bajo techo. Al final, he tenido suerte en la vida, compañero; así que no te agobies, que de todo se sale…

No podía creer lo que estaba sucediendo. Nadie le había pedido nada por darle de comer, ni le habían preguntado por sus creencias. Se limitaban a darle de comer al hambriento, sin adjetivos.

Al salir, no le dio las gracias a la monja que le había dado de comer. Pero no fue por mala educación, sino porque no podía articular palabra. Una inclinación de cabeza. Ella le contestó con una sonrisa leve.

Vuelve cuando lo necesites y, si no estoy, di que vienes de parte mía. Me llamo Esperanza.

Pregunta:

¿Hay algún comedor social regido por ateos, musulmanes o por los sindicatos?

Si quieres puedes borrarlo; nadie se enterará.

“Los hombres no valen por lo que tienen, ni siquiera por lo que son,