Para luchar, es preciso mantener los ojos abiertos.
Y tener al lado compañeros fieles.
Sucede que, de repente, aquel que luchaba junto al Gue-
rrero de la luz pasa a ser su adversario.
La primera reacción es de rabia; pero el guerrero sabe que
el combatiente ciego està perdido en medio de la batalla.
Entonces procura ver las cosas buenas que el antiguo aliado
hizo durante el tiempo que convivieron juntos; intenta com-
prender lo que lo llevó a un cambio tan repentino e inespe-
rado de actitud, cuáles son las heridas que se fueron acumu-
lando en su alma. Busca descubrir qué es lo que hizo que uno
de los dos desistiera en el diálogo.
Nadie es bueno o malo; el guerrero piensa en esto cuando ve
que tiene un nuevo adversario.